No podía creeerlo, no estaba.
Toda su vida, desaparecia...
Miró al frente, no le sonaba nada. Miro a izquierda y derecha, tampoco, nada.
Intentó buscar algo conocido cerca. Nada.
Cuando empezaba a desesperar, se llevó las manos inconscientemente a los bolsillos.
Allí palpó un bulto. Con cuidado -ya que no sabía de que se trataba- y sacó una pequeña cajetilla.
La miró... Le dio la vuelta... La volvió a mirar... Le sonaba, pero no acertaba a adivinar de qué se trataba...
Había una inscripción, una leyenda.
"Fumar mata"
Ah, debía ser una cajetilla de tabaco, algo venía lentamente a su memoria.
Era fumadora, si, creía recordar como el humo escapaba lentamente entre sus carnosos labios.
Lo que no atinaba a comprender era como podía ella fumar con una advertencia tan clara como aquella.
Fumar mata.
Y si mata... ¿fumo? ¿Estoy loca o soy una suicida?
Sin quererlo y de forma totalmente involuntaria sus manos abrieron sigilosamente el paquete de tabaco, agarraron un cigarrillo y lo pusieron sobre sus acostumbrados dedos.
Agarró una cerilla y encendió su pitillo.
Mientras saboreaba el humo entre sus dientres, meditó como podía ser una persona que aun consciente que uno de sus hábitos producía la muerte, no tenía intención alguna de abandonarlo.
..
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